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jueves, mayo 21, 2009

Clinica y lógica de la autorreferencia. Cantor, Gödel, Turing - Gabriel Lombardi

artista, arte contemporaneo, expo
En sus Memorias el paranoico Schreber afirma: “Todo lo que sucede está referido a mí”. Pero no soy yo quien refiere todo a mí mismo, es Dios, dice Schreber – un Dios que no cesa de hablar del sujeto -. También Freud, tratando de explicar sus frecuentes olvidos de los nombres propios de aquellos a quienes borra de sus pensamientos conscientes, escribe: “una continua corriente de autorreferencia recorre mi pensar”. El método psicoanalítico exige pasar por esa experiencia de autorreferencia, dando carta de ciudadanía a todo un vasto conjunto de fenómenos en los cuales el lenguaje habla del sujeto, incluso cuando éste no lo advierte. La transferencia, añade Lacan, quiere decir que el significante representa al sujeto, monótonamente, para otro significante — y no para otro sujeto -. Estos hechos, usualmente confundidos con el narcisismo, se inscriben en una clínica de la autorreferencia en sentido impropio, ya que no es estrictamente que el sujeto hable de sí, sino que el lenguaje habla de él. Clínica precaria, aun si permite ubicar algunas coordenadas en las que se basa la certeza subjetiva. Este libro propone un cambio de perspectiva: considerar la fecundidad lógica y clínica de la detección de diferentes formas de la autorreferencia en sentido propio, cuando el signo se refiere a sí mismo. En lógica: fue por estudiar rigurosamente las autoaplicaciones paradójicas del lenguaje matemático (los números también saben decir “yo miento”), que Cantor, Gödel y Turing, con altísimo costo subjetivo, produjeron una nueva ciencia, la que introduce los lenguajes de programación que evitan autorreferencias equívocas. En clínica: Lacan entra en este campo generalizando la autorreferencia como característica del síntoma en las psicosis, y se apoya luego en los resultados de la lógica para transformar los conceptos fundamentales del psicoanálisis. Gabriel Lombardi.


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